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Nirvana: el sonido de la furia
06/04/2024 13:41 in News

 

 

 

Nirvana: el sonido de la furia.

Durante los meses previos a la grabación del último álbum de Nirvana, Kurt Cobain escribió una canción llamada ‘I Hate Myself and Want to Die’. Era una frase que usaba a menudo como respuesta —desde la gira por Australia en el invierno de 1992— cuando le preguntaban cómo estaba. A Cobain le parecía tan divertida que quería que el disco llevara ese título. “Solo era una broma”, dijo sobre la canción y la intención, sonriendo a través de una nube de humo de cigarrillo mientras hablábamos en Chicago en otoño del año pasado. “Me ven como un rayado que se queja siempre, un esquizofrénico alterado que quiere matarse todo el tiempo, ‘Nada le satisface’. Entonces, pensé que era un título divertido”. Ahora parece que había en esa canción más verdad de la que Cobain estaba dispuesto a admitir. ¿La hay realmente? En el velorio de Cobain, las letras de Nirvana resuenan alto y claro con un clamor de oscura profecía: “You can’t fire me, because I quit” (‘Scentless Apprentice’); “Everything is my fault / I’ll take all the blame” (‘All Apologies’); “Monkey see, monkey do / I don’t know why I’d rather be dead than cool” (‘Stay Away’); “One more special message to go / And then I’m done, and I can go home” (‘On a Plain’). Hombre de riffs y letras, Cobain raramente se rebajaba a la obviedad. Era un maestro de la metáfora sombría y del sarcasmo jocoso que se deleitaba ofreciendo terapia de choque y pistas falsas, para luego borrar sus huellas con la brutalidad de su guitarra distorsionada, con un lamento y un ladrido que recrudecía sus mejores versos. Sangre, semen, flemas y veneno esparcidos en todos los discos de Nirvana, especialmente en In Utero, son evidencia de un joven desgarrado que encontraba algo de liberación —si no es que de salvación— en la sucesión de estrofas y coros. Kurt Cobain se aseguró de que, si su vida iba a terminar documentada, al menos la viéramos tal como él la vivió. El suicido de Cobain es un momento definitivo en la historia del rock & roll por obvias razones. A pesar de lo reacio que se mostraba a admitirlo, fue la primera superestrella del nuevo punk y de la década de los 90. También fue el primero en retirarse para siempre. Como las muertes de Jimi Hendrix, Janis Joplin, Elvis Presley y los otros miembros de “ese estúpido club”, como lo llama despectivamente la madre de Cobain, su partida marcó el fin de la inocencia; una euforia enorme que hizo erupción cuando Nevermind acabó con la pomposidad ochentera en el rock & roll. Durante tres o cuatro minutos, ‘Smells Like Teen Spirit’, ‘Come As You Are’ y ‘Lithium’ lograban que el rock que sonaba en la radio volviera a parecer amenazante. Al escuchar esas canciones ahora no podemos evitar sentir lástima por lo poco de esa euforia que compartió Cobain. Sin embargo, el rock & roll siempre ha operado según la premisa de propiedad compartida: “Oye, cariño, está sonando nuestra canción”. Incluso Cobain estaba ansioso por sentirse parte de algo. En una entrevista señaló que la primera canción que aprendió a tocar fue ‘Back in Black’ de AC/DC, el himno rockero que unía a los machos a principios de los 80. ‘Smells Like Teen Spirit’ es ese tipo de canción, un estallido de “nosotros contra ellos”, con una guitarra rasgada y una voz socavada que nos envuelve en círculos (“Hello, hello, hello, how low?”). Tampoco podemos olvidar la forma en que el bajista Krist Novoselic y el baterista Dave Grohl le dieron fuerza a ese coro explosivo. Solo se necesita una canción para definir una época, o por lo menos para marcar el punto de partida: ‘Heartbreak Hotel’, ‘I Want to Hold Your Hand’, ‘Like a Rolling Stone’, ‘Anarchy in the U.K.’, ‘The Message’. ‘Smells Like Teen Spirit’ propulsó Nevermind hasta la órbita de platino, evidenciando el lado oscuro de la fiebre de oro Reagan-Bush de los 80 (disfuncionalidad, represión, reducción de las expectativas) con una vitalidad casi contradictoria. Para ser francos, si Kurt Cobain no hubiese escrito y grabado otra canción tan buena como ‘Teen Spirit’, su legado estaría asegurado. De hecho, dejó muchas canciones incluso mejores, como ‘All Apologies’ y ‘Penyyroyal Tea’ en In Utero; y ‘About a Girl’, una canción de una belleza cruda y envolvente del álbum debut de 1989, Bleach. Resaltar los juegos de palabras y los riffs atronadores que embistieron a los jóvenes estadounidenses en el invierno punk del 91 al 92 fue un acto de profunda honestidad, compromiso y sacrificio voluntario que solo un idiota podía ignorar. Si hay una frase que resume el poder y la franqueza genial de Kurt Cobain, está en ‘Heart-Shaped Box’: “I wish I could eat your cancer when you turn black”. Sin tener en cuenta las tonterías y los clichés sobre la Generación X, no hay nada de vacío en relación con la manera en que Cobain articuló sus sueños frustrados y materializó su descontento y el de su audiencia en canciones devastadoras. Cuando la mierda explotaba, sus fans entendían por qué: estaba diciendo la verdad pura y dura.by Rolling Stones Magazine.

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